Te ofrecí mi torpe amor y sólo observaste a distancia, ignorando un puente de madera: frágil pero firme.
Te obcecaste en la absurda idea de un puente demasiado robusto, saturado de luces, construído a tu antojo.
Te empeñaste tanto que ignoraste mi pequeño puente, descartando la espera de la construcción de tu hercúlea vía.
Los ideales no tienen forma física, eres tú quien debe dársela.
Mi puente ahora está corroído por el desuso y es que nunca te atreviste a cruzarlo.
Pasado el tiempo no seas tan ingenuo de pensar que aún queda algo al otro lado.
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