El crepitar de las llamas azuzaba las palabras que no querían salir. Gaiden contemplaba en el fuego el rostro de Malia y se preguntaba si algún día podría volver a abrazarla, aunque fuese, volver a verla.
De pronto algo se apoyó en su hombro. Era la cabeza de Doria, que se acababa de quedar dormida. Gaiden apoyó su cabeza contra la de ella, aunque la chica se dio cuenta de que acababa de quedarse dormida y se apartó de golpe.
-No pasa nada, puedes dormir, no me importa-murmuró Gaiden.
Doria estaba roja de la vergüenza. No sabía si le daba más vergüenza haberse quedado dormida haciendo una guardia o el haberse apoyado sobre Gaiden como lo hacía sobre Evon cuando eran novios.
-N-no, da igual, tengo que aguantar, es lo justo-contestó ella, nerviosa.
-Tranquila, Doria, somos amigos-añadió Gaiden, viendo lo tensa que se había puesto-. Nos conocemos desde hace mucho tiempo, y si aún no ha pasado nada entre nosotros, no creo que vaya a pasar ahora, puedes respirar en paz, no te meteré mano mientras duermes.
Doria le pellizcó en la rodilla y ambos rompieron a reír. Una risa. ¿Cuántos días hacía que no se reían? Había perdido la cuenta. Había perdido la cuenta de tantas cosas. Este viaje le estaba costando mil veces más de lo que le costó el de Itasen. Quizá sería no ver el sol, pero de seguro lo que más le costaba era no recorrerlo con aquellas personas que le habían hecho sentir ganas de vivir.
-¿La echas mucho de menos?-preguntó Doria por Malia. La no respuesta de Gaiden evidenció que así era. Le costaba hablar de ello, era muy doloroso.
-¿Sabes esa sensación de desesperanza y angustia, cuando notas que algo te falta y parece imposible que tu cuerpo vaya a recuperarse del golpe?-masculló el chico, y lanzó una piedra contra la hoguera.
Aquella noche soplaba una ligera brisa. La primera brisa que sentía desde que habían llegado.
-De lo que sí sé es de sentirme una estúpida-respondió con un tono amargo-. De perder cosas por ser demasiado racional y nunca jugármela por el corazón.
-A veces, la vista es como una gran apuesta-aventuró el muchacho-. Aunque sepas que tienes unas cartas de poco valor, si sabes utilizarlas en el momento idóneo puedes llevarte todo lo que hay en la mesa.
Doria apoyó su cabeza en el hombro de Gaiden, esta vez despierta, y se acurrucó junto a él. Ambos contemplaron a Hela, al final, como una pequeña estela triste en un firmamento vacío.
-¿Alguna vez te habías imaginado el acabar con Malia?
-Nunca. Aunque por dentro alguna parte de mí lo deseaba, pero tardé mucho en darme cuenta.
-Yo siempre me fijé en Evon-confesó la chica, lanzando un suspiro-. Era tan diferente a mí, tan soñador, esperanzador. Ahora que todo ha terminado creo que tengo que darle una segunda oportunidad a mi corazón.
-Eso es genial-felicitó Gaiden, estrechando a su amiga-. Me alegría mucho volver a veros juntos.
Se produjo un incómodo silencio. Doria carraspeó.
-Dije segunda oportunidad, no error-terció con brusquedad. Doria en ocasiones padecía de cierta bipolaridad. Pecaba de ser tosca y cortante con bastante frecuencia.
-¿Eso ha sido para ti?-lamentó Gaiden, buscando algún tipo de respuesta en el rostro de su amiga. Ella no dijo nada-. Fue un error cada beso que le diste, o los abrazos interminables. No, a lo mejor, cada vez que dijiste que le querías. ¿Así lo sentiste?
-No-negó ella con un hilo de voz-. Pero todo pasa por algo. Creo que hay personas que llegan a nuestra vida única y exclusivamente para hacernos ver que siempre hay algo mejor. Un puente, un nexo.
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