viernes, 30 de diciembre de 2011

Balance


Cuando todo parece acabar, es siempre cuando caemos en la cuenta de que la vida cabalga a pasos agigantados, que no se detiene ni espera por nadie.
En el momento en el que un ciclo llega a su fin, a la espera de subirnos en otro.
A quienes miran hacia atrás,a veces intentando recuperar aquello que perdieron, y en otras ocasiones tratando de aferrarse a momentos dulces, que hicieron de nuestra existencia un batir a pleno pulmón.
En otro bando se hayan quienes con las manos vacías quieren saltar por el acantilado: no tienen nada que perder, reniegan del pasado, buscan un futuro brillante, olvidándose por completo de todo aquello que acaeció antes.
Yo, sin embargo, prefiero bajar la vista a mis manos, compañeras heridas, que relatan mejor que cualquier diario de viajero una historia que no ha terminado.
La única manera de recordar con alegría el pasado y esperar un futuro fulgurante es cuidando el presente.
Que olvidado no quede lo que fuimos, pero tampoco precipitemos lo que seremos.
Mantengamos el hoy más allá del límite del tiempo.

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