lunes, 29 de agosto de 2011

Autómatas


Y es que las sonrisas son lo único que nos diferencia de los autómatas.
Sonrisas de verdad, las que profiere hasta un corazón flagelado, que derrite la escarcha que impedía el riego de la sangre por sus venas.
No se necesita motivo. Sonreír es un motivo en sí.
Quizá, de pronto, te venga la risa. No la reprimas por ser mirado de forma repulsiva por los otros.
No todo el mundo es capaz de sentirse feliz con uno mismo sin necesidad de un estímulo externo.

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