Para bien o para mal puedo elegir que es lo que anhelo en esta vida, y con ello disfruto.
A pesar de todo, en la alegría se halla también la tristeza, puesto que si no hubiese nada que lamentar no habría nada que agradecer.
Las malas experiencias que vivimos nos ayudan a valorar lo que teníamos antes de haberlo perdido, y a ser conscientes de quiénes somos hoy.
Debemos disfrutar de todos los matices que nos aporta la vida. Debemos disfrutar incluso con nuestro propio dolor, fuente de sabiduría.